viernes, 11 de septiembre de 2009

El captador de sonrisas

Puede que el título resulte extraño así, de primeras; sobre todo porque lo hemos descubierto durante un viaje a Barcelona, donde fuimos a un concierto de Coldplay (y a Plataforma) y conocimos (yo por lo menos; otros ya los conocían) a una gente tan de puta madre que ya estoy deseando volver allí para poder quedar con ell@s.

Pero para mí el gran descubrimiento del viaje ha sido el captador de sonrisas de mi cámara de fotos. Me explico: La cámara de fotos tiene un modo en el que, una vez activado, dispara sólo cuando detecta la sonrisa del retratado. La verdad es que, explicado así, no tiene mucho interés, pero cuando te pones a hacer fotos y la gran mayoría de las del viaje son con el captador, te das cuenta de que no parece tanta tontería.

Para demostraros lo que digo, os pongo aquí una pequeña muestar de lo que fue ese "peazo" descubrimiento.


Guillermo fue el más sonrisógeno y ésta es sólo una de las muchas capturas de sonrisas. Un poco escalofriante, pero no está mal.


Aquí aparece un servidor con el fondo artístico de los contenedores para que se viera que somos
de la calle.


Clarita sonriendo en una terraza mientras Marta hace un poco de publicidad con la omnipresente Coca-Cola


Marta, tras quitarse el flequillo del ojo, pudo posar para el captador (nos hemos dado cuenta de que si sonríes, pero no se te ven los dos ojos, el disparador no salta)


El gran Jordi deleitándonos con su sonrisa y después con sus conocimientos sobre bares de Barcelona


Ana, esperando el metro y antes de crear la gran obra maestra del cine con cámara de fotos.



A pesar de que Clara no quería enseñar los dientes, con que aparezca uno sonriendo (en este caso Ruche), la cámara dispara.


Por último, Andrés tras ver todas las veces que habíamos usado el captador y expresando su opinión al respecto.

La verdad es que si nos hubieran dado un palo y una cuerda nos lo habríamos pasado igual de bien, pero esto es lo que tienen las últimas tecnologías.

Para terminar, aquí está esa obra de arte, fruto de la improvisación y de un hábil juego de palabras, que nació la noche de aquel sábado:



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