lunes, 26 de julio de 2010

Entre bodas anda el juego

Cumplimos años y, como es lógico, la vida sigue su curso, las etapas se van sucediendo sino a todos, sí a un gran número de personas. Me encuentro en una edad en la que los amigos empiezan a casarse y a tener hijos, a planificar su futuro a largo plazo. A mí todavía no me ha pasado; no sé cuándo será, pero mientras tanto voy a esas bodas de mis amigos.
Me gustan las bodas. Es un día de celebración donde te reunes con gente que puede hacer mucho tiempo que no ves. La otra situación en la que esto ocurre son los entierros, y éstos me gustan menos. Ha sido a partir del comienzo de la residencia cuando he ido a más bodas, la mayoría de ellas en Sevilla, ya que mis amigos de Zamora se están haciendo los remolones y no tienen ganas de ser los primeros del grupo. Estoy viendo que al final seré yo el primero.
Lo que más me ha llamado la atención de las bodas (no en todas) a las que he ido en Sevilla (o de gente que he conocido en Sevilla) es la seriedad y el protocolo (como ya he dicho, no en todas). Seguro que a la primera boda que fui quedé de cateto por gritar tantas veces "Vivan los novios". Probablemente a la segunda y la tercera también, porque lo he seguido haciendo. Pero a medida que han pasado las bodas sí he notado que he ido disminuyendo la frecuencia de esos gritos, probablemente debido a la vergüenza de ser el único que lo grita.
Por el contrario, mi última boda fue en Zamora. Se casó mi primo Lolo, hijo del hermano mayor de mi madre. Me lo pasé muy bien. Nos reunimos familiares que nos vemos poco, pero que nos alegramos de vernos y de charlar; y noté unas cuantas diferencias:
1- Me quedé muy corto en el número de veces que se gritó "Vivan los novios" en comparación con el resto de la gente. Eso sí, cuando grito, se me oye bien, pero bien, bien.
2- Me gusta ver la bolsa del Mercadona en la puerta de la iglesia con los paquetes de arroz y que cada uno coja lo que quiera, incluso el paquete (de arroz), en vez de que te den una dosis mínima para que no se estropeen los peinados.
3- Me gusta que los camareros te sirvan de una bandeja y te pregunten si quieres repetir y ponerte como el Quico a langostinos. (Que conste que no tengo ninguna queja de la cantidad de comida de ninguna boda a la que he ido, ni de la calidad tampoco).
4- Aunque no soy muy partidario de la tuna, me gusta verla cantándole a la novia.

Resumiendo, me gustan las bodas sencillas, aunque estoy viendo que cuando me case yo, no va a ser sencilla; dependerá de la novia, sin duda, porque mi voz será pequeña y mi voto, nulo.



Foto de la última boda. De izquierda a derecha: mis primos, Alejandro y Cristina, mi madre, un servidor, mi tío Amador, mi padre y mi hermano.

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